Pounamu, la piedra sagrada del pueblo maorí

Pounamu, la piedra sagrada del pueblo maorí

En Hokitika, un pequeño pueblo a las orillas de la costa este de la isla sur de Nueva Zelanda, vive Dan, un neo zelandés, o kiwi como ellos se autodenominan, con una curiosa pasión que ha convertido en su trabajo: Dan es un buscador de Pounamu. Dan es un ferviente creyente en las tradiciones del pueblo maorí y cuenta orgulloso y con un halo de misticismo, historias de sus increíbles hallazgos en la bella naturaleza salvaje de esta isla de las antípodas.

El Pounamu o jade neo zelandés es una piedra semipreciosa de gran belleza que seduce con sus colores desde el verde apagado hasta un esmeralda intenso. Sagrada para los maoríes hasta el punto que estos llamaron a la isla sur Te-Wai-Pounamu que significa “las aguas del jade”, en Nueva Zelanda es relativamente común encontrar piezas de este mineral en los cursos de los ríos de la isla sur, sobre todo en la costa oeste. Según la leyenda maorí, el Taniwa Poutini era un guardián del de Pounamu que se enamoró de una mujer llamada Waitiki. A pesar de que ella estaba casada con otro hombre, él se escape con ella pero temiendo ser capturado este transformó a Waitaki en Pounamu y la dejo en la orilla del rio Arahura donde a este desemboca un pequeño afluente. A día de hoy el rio Ararua y el afluente actualmente llamado Waitaki son conocidos por ser fuentes de Pounamu que aparece en ellos en forma de cantos rodados de difícil identificación.

De extremada dureza y difícil tallado, el Pounamu, a lo largo de la historia maorí ha sido labrado para realizar múltiples herramientas desde piezas de joyería a hachas de guerra. Uno de los diseños más conocidos es el Hei-tiki. Estos grandes colgantes, símbolos de fertilidad, eran mostrados por los maoríes como símbolo de estatus social y pasaban de generación en generación, en ocasiones, se utilizaban como regalos para establecer la paz entre las tribus de este belicoso pueblo.

Cada pieza de este Jade posee su maná (prestigio) que se incrementa con cada poseedor del amuleto. Dado su carácter hereditario, algunos de ellos se remontan a la llegada de los maoríes desde polinesia en el siglo XIII.


El Pounamu, según las creencias de los maoríes no se puede comprar o tallar para uno mismo sino que debe ser siempre un regalo entre dos personas.

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